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" ... Con 19 años emigró a Suiza y en 1972 abrió la primera oficina de Halcón Viajes y fletó su primer avión de pasajeros a Zúrich. ... "
" ... Cuando Luciano Benetton era pequeño soñaba con tener éxito en el deporte. No fue posible. Nacido en 1935 en Treviso, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial su padre emigró a Libia, antigua colonia italiana, para trabajar como camionero. Murió poco después de malaria. Luciano tenía 9 años. Para mantener a su madre y a sus tres hermanos pequeños, a los 14 entró a trabajar de dependiente en una tienda de tejidos y confección. “De inmediato me involucré en el trabajo, que desde el principio ha sido una auténtica aventura”. Con 20 le propuso a su hermana Giuliana abrir su propio negocio. Experta tricotadora, ella tejería jerséis; él los vendería. Para poner en marcha su empresa tuvo que vender una armónica y una bicicleta. La operación le reportó las 35.000 liras necesarias con las que poder comprar una máquina de tejer. “La recuerdo perfectamente”, dice evocando el ingenio que les permitió iniciar su empresa: Maglierie Benetton. “La compramos en una exposición en Milán. No sabría decir si queda rastro de aquella primera máquina, pero nuestro archivo conserva algunas fotos que marcaron los inicios de nuestra historia empresarial”. ... "
" ... Nació en Florencia, en la misma habitación que sus cinco hermanos. El matrimonio Ferragamo se había instalado en una bonita casa de la ciudad del Renacimiento allá por 1927, cuando el zapatero más elitista de la historia regresó de hacer las americas. Ferruccio recuerda con orgullo cómo su padre comenzó desde cero: “Pertenecía a una familia de granjeros del sur de Italia, pero lejos de interesarle los cultivos, sólo soñaba con hacer zapatos”. Una vocación tan poco frecuente como humilde porque por aquel entonces, era uno de los oficios más bajos. Con dieciséis años emigró a Santa Bárbara, donde abrió una modesta tienda de calzado que rápidamente comenzó a prosperar. “Tuvo mucho éxito y muy rápido porque supo captar las necesidades de cada mujer. Miraba a las clientas detenidamente y elaboraba el par perfecto, absolutamente acorde a su personalidad y ¡de una sola pieza!”, explica Ferruccio. A Audrey Hepburn le diseñó unos elegantes zapatos de salón, a Marilyn Monroe unos tacones rojos, altísimos, y tan brillantes como el futuro de Salvatore Ferragamo, la firma homónima que hoy, casi un siglo después, mantiene impecable su lugar en el podio del lujo. ... "